lunes, 13 de febrero de 2017

La La Land: Una gloriosa loa al cine y una carta de amor al soñador



 

Mi primer encuentro con los musicales en la vida fue cuando vi Grease en la pantalla de un televisor, película que logró hacer que algo dentro de mí bailara. Ahora, en 2017, sentado frente a una gran pantalla, vi una de las mejores películas de mi vida, que me recordó el por qué hago lo que hago y que no debo perder jamás esa inocencia del soñar.
Ver La La Land me recordó el motivo por el cual amo tanto al cine y se ha vuelto una parte esencial de mi vida: es un hobbie, un placer, mi fuente de alegrías, pensamientos e ingresos (sí amiguitos, una vez) y mi amor platónico más grande de la vida. Aquel sueño que difícilmente logré alcanzar.
Este film logra capturar la magia de las películas de antaño que nos han hecho volar en los sueños, en las fantasías de cualquier amante del cine. Cada guiño a los clásicos que aparecen en pantalla nos hacen suspirar como cuando uno ve las pecas de un hermoso rostro: son adornos a algo que por naturaleza ya nació embellecido.
Cada encuadre, cada color, ese feeling vintage que transmite, ese guion maravilloso, cada escena bien lograda, cada arte, cada vestuario, cada paso, cada actuación, cada diálogo y cada plano secuencia muy bien montado logra transmitir el amor que Damien Chazelle tiene por el séptimo arte. ¡Toda la producción es una maravilla! Aplausos aparte para las secuencias sin diálogos, ¡son increíbles! ¡Cinematografía pura!
Las actuaciones de Ms. Stone y Mr. Gosling (como aparecen en los créditos) no pueden ser mejores y logré identificarme con el sentir frustrado de Sebastian, (músico de Jazz desesperado por tocar lo que tanto ama) y con Mia, aspirante a actriz que desea alcanzar ese papel que le cambie la vida.
Sin duda, la dirección de la película de principio a fin logra cautivarte, haciéndote pasar un momento inolvidable, un momento de intimidad, entre el espectador y el director que, por medio de una canción, te dedica la película a ti y a mí, tontos soñadores que tenemos que saltar al río.
Y ni qué decir de la música. Justin Hurwitz logra crear la combinación perfecta de emotividad en cada nota, cada melodía, cada progresión, con unas letras que tocan el alma y te hacen creer de nuevo en el amor y en tus sueños (su soundtrack será mi compra obligada en cd de este año: me encantó). Confieso que desde las primeras notas del título de CinemaScope hasta el gran final del film me mantuvieron al borde de las lágrimas de la emoción que provocaban en mí. Me sentía como un chico nervioso y sonrojado al ver cómo la niña linda del barrio me saludaba. No puedes creer que una belleza musical, visual y emocional exista: amor a primera vista.
Creo que ése es el gran poder que tiene esta película: hacer que te enamores de ella y enamorarte de nuevo de tus sueños. Estoy convencido que Chazelle, por medio de esta hermosa película (que si tuviera que compararla con algo o alguien, la compararía con aquella mujer hermosa que por primera vez miraste a los ojos y te sentiste en el cielo) ,quería invitarnos a soñar y que lo importante no es cuántas veces hagamos el ridículo, cuántas veces nos digan que tenemos los dedos tiesos y que jamás podremos tocar ni una canción, cuántas veces nos digan que somos unos tontos soñadores, cuántas veces nos digan que no tenemos talento o que no podremos alcanzar nuestros sueños, sino que lo más importante en este camino es creer que esa ciudad llena de estrellas está al corto alcance de nuestra pasión y amor por lo que hacemos, que podremos decidir rendirnos miles de veces, pero mientras sigamos detrás de esas nubes, hay posibilidad de alcanzarlas.
Esta película me recordó cuanto amo al cine y cómo desde pequeño soñaba con hacer todo lo que ahora hago y que, aunque para la gente todo lo que he hecho es insignificante, para mí no es más que un escaloncito más al sueño grande que Dios puso en mi corazón de niño.
Si Damien Chazelle logró conjuntar esas cosas que tanto ama, que son el cine y la música, y hacer algo maravilloso, ¿acaso no puedo yo igual? Podrás decir que mi sueño es loco, pero no importa: es mi sueño.
Gracias, La La Land, por haberme hecho sentir tantas cosas en dos horas; una de ellas fue volver a creer en mis sueños, así como creí en ellos de niño.
Creo que desde Whiplash debieron darle el Oscar a Chazelle; si se lo dan este año, lo tendrá bien merecido. Esta película es cine en su estado más puro. Desgraciadamente la Academia tiene muchos puntos más allá de la película por lo cuáles premia... ¡Seamos optimistas y pensemos que sí!
Esta vez sí sentí que la película me estaba hablando directamente a mí. Literal.

Javier Bastos
Músico y co-creador de LaCantada Producciones.

Sing Street: Una oda a los soñadores

"Dublín de los 80's. Chico conoce a chica. Chica no impresionada. Chico inicia una banda".


No amo los musicales; eso no es una sorpresa para quien me conozca. A pesar de ello, este año miré dos producciones de este género cinematográfico que me robaron el aliento, pero fue una de ellas la que se llevó toda mi atención.
Escrita y dirigida por John Carney, rinde tributo a quienes persiguen algo: el amor, la libertad, la realización personal a través del arte: la felicidad. A manera de drama musical, el filme nos sitúa en Dublín a mediados de los años 80 y sigue la historia de Conor (Ferdia Walsh-Peelo), un muchacho que es transferido de su escuela a un colegio más barato llamado Synge Street pues la familia está pasando por problemas económicos —y un posible divorcio. Las cosas ocurren como es de esperar: Conor tiene dificultad para adaptarse e incluso se ganó la atención de un abusivo, pero todo cambia cuando conoce a una chica llamada Raphina (Lucy Boynton); dice ser modelo y esto lleva a Conor a pedirle que aparezca en el video musical de su banda. Sólo que hay un problema: tal banda no existe. Todavía. Con algunos compañeros de su escuela nace Sing Street, una banda que, si bien aún no define su identidad, no impide que den lo mejor de sí.
La cinta tiene un elenco de jóvenes muy talentosos que se convierten totalmente en sus personajes, cada matiz emocional está muy bien dominado y es imposible no encariñarse con ellos —vamos, que incluso el abusivo tiene lo suyo— y uno de los mejores personajes es el mentor de Conor: su hermano mayor, que da las herramientas necesarias para el crecimiento de su hermanito
La música es sin duda uno de sus mayores puntos fuertes: toma prestadas canciones de bandas setentero-ochenteras como The Cure, Duran Duran o The Jam y con ese estilo crean siete temas originales acreditados a Sing Street.
La coreografía y producción de los videos musicales tienen toda la esencia ochentera digna de ser transmitida en MTV y, por supuesto, realiza homenajes a los artistas del momento —destaco la escena en la que Conor se viste à la Robert Smith. Ese deseo de “copiar” y crear es parte del espíritu de la película, el no dejarse pisotear por el sistema o por la vida misma y luchar por alcanzar aquello que deseamos, incluso cuando al principio nos digan que no servimos o que nosotros mismos nos demos cuenta de que empezamos con proyectos de modesta manufactura pero mucho corazón.
Sing Street es una obra que por desgracia actualmente es opacada por la popularidad de otro musical que trata varios de los mismos temas, sin embargo, gracias a la variedad de personajes, Sing Street añade mayor profundidad no sólo a estos caracteres sino a la odisea de los soñadores, aquellos que se dieron cuenta de que la vida no es lo suficiente buena y decidieron empezar la creación de algo que ayude a hacerla mejor, tratarla como si la hubieras robado.

Martín Romero Chi
Director y co-creador de LaCantada Producciones.